conflicto armado sirio
Desde marzo de 2011, Siria es escenario de un violento conflicto armado que ha causado entre 20.000 y 40.000 muertos. El Gobierno del país afirma que sus fuerzas de seguridad se enfrentan a milicias fuertemente armadas y apoyadas desde el exterior.FASE 1: LAS PROTESTASFASE 2: COMIENZA LA GUERRA CIVIlFASE 3: LOS YIHADISTAS ENTRAN EN ESCENAFASE 4: LA COALICIÓN INTERNACIONAL Y RUSIA COMIENZAN A BOMBARDEARFASE 5: EL ESCENARIO ACTUALFASE 6: ATAQUE QUÍMICO Y REACCIÓN DE EEUUTras Túnez, Egipto y el inicio de la rebelión en Libia, en marzo del 2011 estallaron las protestas contra el presidente sirio, Bashar el Asad, cabeza del régimen del partido Baaz, en la ciudad de Deraa (sur). Se iniciaron tras el arresto y tortura de unos adolescentes que pintaron en la pared de su escuela: “Es tu turno, Doctor”, en referencia a Asad, que es oftalmólogo.
Las fuerzas de seguridad sirias mataron a manifestantes en las primeras protestas y éstas se extendieron por todo el país. En verano del 2011, cientos de miles de sirios pedían en las calles la dimisión de Asad, reformas políticas y el fin de la brutalidad policial."Al principio del conflicto, muchos creyeron dentro y fuera de Siria que Asad duraría pocos meses. Vieron el efecto dominó que se estaba produciendo, con caídas de líderes fuertes en países árabes", apunta Yaron Friedman, profesor de la Universidad de Haifa y experto en Siria.Se formaron grupos opositores armados y empezaron las deserciones de militares sirios que se unían a los rebeldes, aglutinados en el ejercito sirio libre El país se sumió en la guerra, los bombardeos de las fuerzas sirias se multiplicaron y en el 2012, los combates llegaron a Damasco, la capital, y a la segunda ciudad del país, Alepo. "Hasta el 2012, la mayoría pensaba que el final del régimen estaba cerca, pero entonces Asad consiguió ayuda de sus aliados. Primero de Irán y de (el movimiento chií libanés) Hizbulá, que mandó a su milicia a luchar con Asad y le aportó avances que lo salvaron y le dieron mucha motivación", indica Friedman."Irán movilizó a las milicias (chiís) de Paquistán, Afganistán, Irak y a la Guardia Revolucionaria iraní, que entrenó y apoyó a las fuerzas del régimen y lo salvó casi de hundirse en ese momento", opina Friedman. Los rebeldes fueron creciendo y obteniendo armas, una parte de ellas “financiadas por Arabia Saudí y Catar” y destinadas especialmente a los grupos islamistas. Así lo explicaron a este diario, en junio del 2012, en la ciudad libanesa de Trípoli, combatientes de las Brigadas Faruk, integradas mayoritariamente por hombres de Homs y desertores y que formaban parte del ESL. Muchos de estos combatientes eran de Baba Amro, un barrio de Homs masacrado por el Ejército sirio.Uno de los comandantes de la brigada hablaba de “hacer la revolución del Islam” y de tener “un país islámico”, pero “sin Al Qaeda ni extremismos, somos islamistas moderados”. Mientras hacía estos comentarios, sus dos esposas, cubiertas con niqab -velo que solo muestra los ojos- y con guantes, preparaban la comida para una decena de hombres.Los yihadistas aumentaron y las fuerzas seculares del ESL perdieron terreno. Aparecieron grupos como el yihadista Frente al Nusra, filial de Al Qaeda en Siria, y el Estado Islámico (EI), que lanzó una fuerte ofensiva en Irak en junio del 2014, y luego en la zona de Siria cercana a la frontera iraquí. El EI proclamó un califato en el área que controla en Irak y Siria cuya capital de facto es la ciudad siria de Raqqa.Integrado por miles de extranjeros, el EI lucha contra todos los bandos: las fuerzas gubernamentales, los rebeldes, el Frente al Nusra -con el que se ha aliado en algunas ocasiones- y las fuerzas kurdas, también opuestas a Asad y contra las que arremete Turquía.En septiembre del 2014, una coalición internacional liderada por EEUU, con Jordania, Baréin, Catar, Arabia Saudí y los Emiratos Árabes Unidos (EAU) empezó a bombardear al EI. Francia inició los ataques en septiembre del 2015 y el Reino Unido, en diciembre.Rusia comenzó en septiembre atacando a “los terroristas del EI”. Pero además, ha bombardeado a grupos rebeldes y ha conseguido que el régimen de Asad, que hace medio año estaba al borde del colapso, haya recuperado terreno en zonas clave como Alepo (norte). “La intervención rusa es fundamental, puede cambiar el curso de la guerra a favor de Asad”, asegura Phillip Smyth, investigador de la Universidad de Maryland.El mapa de quién controla cada zona de Siria actualmente está lleno de divisiones. El régimen de Asad -Ejército y milicias afines- tiene una gran parte del oeste del país, Damasco, Latakia, Tartús, casi toda la frontera con Líbano, Alepo, otra en el centro del país y en Deir Ezzor. Tras perder Alepo, en el norte, los rebeldes tienen una zona amplia de la provincia de Idlib, fronteriza con Turquía, un área cercana a Damasco y otra en Homs.La franja norte, a lo largo de la frontera con Turquía y una parte de la iraquí, está en manos de las fuerzas kurdas, a excepción de unos tramos que controlan los rebeldes y el EI. Los yihadistas tienen una parte del este de Siria fronterizo con Irak, y zonas del norte, en Alepo, Al Raqa, As Shaddadah, áreas centrales y pequeñas partes en el sur.La caída de Alepo en manos del régimen de Bashar Al Asad deja un orden de cosas difícilmente revertible: aunque el final del conflicto no parece próximo, está claro que Asad ya no va a perder la guerra. Frente a unas victoriosas tropas del régimen, el bando rebelde, desmoralizado, se bate en retirada. La batalla por esta ciudad, que ha terminado cuando la guerra entra en su sexto año, consolida al presidente sirio y a sus dos grandes aliados, Rusia e Irán, como los grandes ganadores del conflicto. Y a los rebeldes, Turquía, Arabia Saudí y EEUU, como los perdedores.El 4 de abril del 2017, un ataque con armas químicas causó al menos 86 muertos -según el Observatorio Sirio de Derechos Humanos (OSDH)- en la localidad siria de Jan Sheijun, en la provincia de Idleb (noroeste de Siria). La oposición siria, EEUU y otros países acusaron al régimen de Damasco del ataque, pero las autoridades sirias negaron haberlo perpetrado. Rusia alegó que se había bombardeado un almacén donde los rebeldes que controlan Jan Sheijun guardaban armas químicas.La noche del 6 al 7 de abril, Washington bombardeó con 59 misiles Tomahawk la base militar siria de Al Shayrat, en la provincia de Homs, en represalia por el ataque químico de Jan Sheijun. Según el Pentágono, el bombardeo -el primero de EEUU contra el régimen de Asad- destruyó "el 20% de la aviación siria".El ataque estadounidense provocó la condena de los aliados de Damasco: Rusia, Irán y Hizbulá. Moscú, bajo una gran presión internacional que lo acusa indirectamente del bombardeo químico y le exige que se distancie de Asad, advirtió junto a Teherán de que responderá con fuerza a "cualquier agresión". Las grandes potencias podrían acabar sumidas en una confrontación abierta en el tablero de Siria.
Las fuerzas de seguridad sirias mataron a manifestantes en las primeras protestas y éstas se extendieron por todo el país. En verano del 2011, cientos de miles de sirios pedían en las calles la dimisión de Asad, reformas políticas y el fin de la brutalidad policial."Al principio del conflicto, muchos creyeron dentro y fuera de Siria que Asad duraría pocos meses. Vieron el efecto dominó que se estaba produciendo, con caídas de líderes fuertes en países árabes", apunta Yaron Friedman, profesor de la Universidad de Haifa y experto en Siria.Se formaron grupos opositores armados y empezaron las deserciones de militares sirios que se unían a los rebeldes, aglutinados en el ejercito sirio libre El país se sumió en la guerra, los bombardeos de las fuerzas sirias se multiplicaron y en el 2012, los combates llegaron a Damasco, la capital, y a la segunda ciudad del país, Alepo. "Hasta el 2012, la mayoría pensaba que el final del régimen estaba cerca, pero entonces Asad consiguió ayuda de sus aliados. Primero de Irán y de (el movimiento chií libanés) Hizbulá, que mandó a su milicia a luchar con Asad y le aportó avances que lo salvaron y le dieron mucha motivación", indica Friedman."Irán movilizó a las milicias (chiís) de Paquistán, Afganistán, Irak y a la Guardia Revolucionaria iraní, que entrenó y apoyó a las fuerzas del régimen y lo salvó casi de hundirse en ese momento", opina Friedman. Los rebeldes fueron creciendo y obteniendo armas, una parte de ellas “financiadas por Arabia Saudí y Catar” y destinadas especialmente a los grupos islamistas. Así lo explicaron a este diario, en junio del 2012, en la ciudad libanesa de Trípoli, combatientes de las Brigadas Faruk, integradas mayoritariamente por hombres de Homs y desertores y que formaban parte del ESL. Muchos de estos combatientes eran de Baba Amro, un barrio de Homs masacrado por el Ejército sirio.Uno de los comandantes de la brigada hablaba de “hacer la revolución del Islam” y de tener “un país islámico”, pero “sin Al Qaeda ni extremismos, somos islamistas moderados”. Mientras hacía estos comentarios, sus dos esposas, cubiertas con niqab -velo que solo muestra los ojos- y con guantes, preparaban la comida para una decena de hombres.Los yihadistas aumentaron y las fuerzas seculares del ESL perdieron terreno. Aparecieron grupos como el yihadista Frente al Nusra, filial de Al Qaeda en Siria, y el Estado Islámico (EI), que lanzó una fuerte ofensiva en Irak en junio del 2014, y luego en la zona de Siria cercana a la frontera iraquí. El EI proclamó un califato en el área que controla en Irak y Siria cuya capital de facto es la ciudad siria de Raqqa.Integrado por miles de extranjeros, el EI lucha contra todos los bandos: las fuerzas gubernamentales, los rebeldes, el Frente al Nusra -con el que se ha aliado en algunas ocasiones- y las fuerzas kurdas, también opuestas a Asad y contra las que arremete Turquía.En septiembre del 2014, una coalición internacional liderada por EEUU, con Jordania, Baréin, Catar, Arabia Saudí y los Emiratos Árabes Unidos (EAU) empezó a bombardear al EI. Francia inició los ataques en septiembre del 2015 y el Reino Unido, en diciembre.Rusia comenzó en septiembre atacando a “los terroristas del EI”. Pero además, ha bombardeado a grupos rebeldes y ha conseguido que el régimen de Asad, que hace medio año estaba al borde del colapso, haya recuperado terreno en zonas clave como Alepo (norte). “La intervención rusa es fundamental, puede cambiar el curso de la guerra a favor de Asad”, asegura Phillip Smyth, investigador de la Universidad de Maryland.El mapa de quién controla cada zona de Siria actualmente está lleno de divisiones. El régimen de Asad -Ejército y milicias afines- tiene una gran parte del oeste del país, Damasco, Latakia, Tartús, casi toda la frontera con Líbano, Alepo, otra en el centro del país y en Deir Ezzor. Tras perder Alepo, en el norte, los rebeldes tienen una zona amplia de la provincia de Idlib, fronteriza con Turquía, un área cercana a Damasco y otra en Homs.La franja norte, a lo largo de la frontera con Turquía y una parte de la iraquí, está en manos de las fuerzas kurdas, a excepción de unos tramos que controlan los rebeldes y el EI. Los yihadistas tienen una parte del este de Siria fronterizo con Irak, y zonas del norte, en Alepo, Al Raqa, As Shaddadah, áreas centrales y pequeñas partes en el sur.La caída de Alepo en manos del régimen de Bashar Al Asad deja un orden de cosas difícilmente revertible: aunque el final del conflicto no parece próximo, está claro que Asad ya no va a perder la guerra. Frente a unas victoriosas tropas del régimen, el bando rebelde, desmoralizado, se bate en retirada. La batalla por esta ciudad, que ha terminado cuando la guerra entra en su sexto año, consolida al presidente sirio y a sus dos grandes aliados, Rusia e Irán, como los grandes ganadores del conflicto. Y a los rebeldes, Turquía, Arabia Saudí y EEUU, como los perdedores.El 4 de abril del 2017, un ataque con armas químicas causó al menos 86 muertos -según el Observatorio Sirio de Derechos Humanos (OSDH)- en la localidad siria de Jan Sheijun, en la provincia de Idleb (noroeste de Siria). La oposición siria, EEUU y otros países acusaron al régimen de Damasco del ataque, pero las autoridades sirias negaron haberlo perpetrado. Rusia alegó que se había bombardeado un almacén donde los rebeldes que controlan Jan Sheijun guardaban armas químicas.La noche del 6 al 7 de abril, Washington bombardeó con 59 misiles Tomahawk la base militar siria de Al Shayrat, en la provincia de Homs, en represalia por el ataque químico de Jan Sheijun. Según el Pentágono, el bombardeo -el primero de EEUU contra el régimen de Asad- destruyó "el 20% de la aviación siria".El ataque estadounidense provocó la condena de los aliados de Damasco: Rusia, Irán y Hizbulá. Moscú, bajo una gran presión internacional que lo acusa indirectamente del bombardeo químico y le exige que se distancie de Asad, advirtió junto a Teherán de que responderá con fuerza a "cualquier agresión". Las grandes potencias podrían acabar sumidas en una confrontación abierta en el tablero de Siria.
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